domingo, 19 de agosto de 2012

JULIO CORTAZAR



JULIO  CORTAZAR


Julio Florencio Cortázar Scott nació en el 26 de agosto de 1914 en Bruselas.

Hijo de padres argentinos, llegó por primera vez a Buenos Aires a los cuatro años.

Creció en Bánfield, se graduó como licenciado en letras y maestro de escuela.

Durante varios años trabajó como maestro rural en varios pueblos del interior de la Argentina.

En 1938, bajo el seudónimo Jorge Denís, publicó su primer libro, Presencia, de sonetos "muy mallarmeanos", según él mismo los calificara. 

En 1949 se publica su poema dramática, Los Reyes.

En 1944 obtuvo un puesto de profesor en la Universidad de Cuyo, donde participó activamente en manifestaciones contra el naciente fenómeno del peronismo.

Cuando Perón ganó las elecciones, abandonó el cargo universitario para no ser despedido y volvió a Buenos Aires, donde trabajó en la Cámara Argentina del Libro.

Poco después de la publicación de Bestiario, descontento con los rumbos del peronismo, abandona la Argentina para radicarse en París, donde trabajaría como traductor en la ONU.

En 1951 consiguió una beca para realizar estudios en París y ya en esta ciudad pasó a ser traductor de la UNESCO, trabajo que desempeñó hasta su jubilación.

Un rasgo importante de su vida es que a raíz de un viaje que realizó a Cuba, invitado por Fidel Castro, se convirtió en gran defensor y divulgador de la causa revolucionaria cubana, como años más tarde haría con la Nicaragua sandinista. 

Mantuvo, a lo largo de su vida, un compromiso político activo, sobre todo en defensa de los derechos humanos. 

Formó parte del Tribunal Russell II que, en 1973, juzgó en Roma los crímenes llevados a cabo por las dictaduras latinoamericanas.

Resultado de esta actividad fue su libro Dossier Chile: el libro negro.

En 1960, publicó su primera novela, Los Premios.

En 1962, aparece Rayuela, destinado a convertirse en el primer gran éxito internacional del boom de la literatura latinoamericana de esa década.

En 1968 se incorpora a la vida política, inicialmente como defensor de la Revolución Cubana. 

En 1973, con los golpes de Estado en Chile y Uruguay, que inician la "década negra", Cortázar luchará contra la represión política, que a partir de 1976 se abate también sobre Argentina.

En 1981 se nacionalizó francés, como protesta ante la toma del poder de las diferentes juntas militares en Argentina.

En 1984 recibió de manos de Ernesto Cardenal (poeta y entonces Ministro de Cultura de Nicaragua) la "Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío”.

El refinamiento literario de Julio Cortázar, sus lecturas casi inabarcables, su incesante fervor por la causa social, hacen de él una figura de deslumbrante riqueza, constituida por pasiones a veces encontradas, pero siempre asumidas con él mismo, genuino ardor. 

Julio Cortázar murió en París el 12 de febrero de 1984, pero su paso por el mundo seguirá suscitando el fervor de quienes conocieron su vida y su obra.

A partir de 1986 han visto la luz las obras completas de Cortázar, incluso aquellas que habían permanecido inéditas. 

Su obra es un homenaje a la fantasía, el humor, la imaginación creadora y el manejo magistral del lenguaje.

"Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue el no aceptar las cosas como dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa, o que la palabra "madre" era la palabra "madre" y ahí se acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mi un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba." 
  Julio Cortazar  





Cortázar se da el lujo de inventar palabras, el glíglico

El glíglico es un lenguaje creado por Julio Cortázar y presente en su novela Rayuela, cuyo capítulo 68, que evoca una escena erótica, está completamente escrito en él. 

Se trata de un lenguaje musical que se interpreta como un juego, además de ser un lenguaje exclusivo, compartido por los enamorados, que los aísla del resto del mundo.

Aunque a primera vista parece carecer de sentido, una lectura más detallada permite ver que en realidad es bastante comprensible. 

El glíglico tiene la misma sintaxis y morfología que el español, usando palabras normales con otras inventadas pero reconocibles como sustantivos o verbos, y puntuando correctamente las frases. 

Cortazar juega con el lenguaje, inventa palabras, detalla sucesos cotidianos con el fin de lograr aquel extrañamiento en el lector que a perdido la capacidad de ver su alrededor. 

Una posible fuente de inspiración es el Jabberwocky de Lewis Carroll. 

Hay posibles antecedentes entre los poetas de la vanguardia latinoamericana, como Vicente Huidobro u Oliverio Girondo.



Julio Cortázar, Rayuela, capítulo 68


Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.



Rayuela (1963) es la gran novela de Julio Cortázar

El libro donde el escritor argentino supo condensar sus propias obsesiones estéticas, literarias y vitales en un mosaico casi inagotable donde toda una época se vio maravillosamente reflejada.

El amor turbulento de Oliveira y La Maga, los amigos del Club de la Serpiente, las caminatas por París en busca del cielo y el infierno tienen su contracara en la aventura simétrica de Oliveira, Talita y Traveler en una Buenos Aires teñida por el recuerdo.

La aparición de Rayuela fue una verdadera revolución dentro de la novelística en lengua española: por primera vez, un escritor llevaba hasta las últimas consecuencias la voluntad de transgredir el orden tradicional de una historia y el lenguaje para contarla.

El resultado es este libro único abierto a múltiples lecturas, lleno de humor, de riesgo y de úna originalidad sin precedentes. 




 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 





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